Ganar legítimamente en Payandù es casi imposible, y Rivera lo padeciò
A PLATEIA ESPAÑOL viajó a Paysandù, para comprobar que hay una generaciòn de futbolistas que quieren pertenecer a esa exclusiva extirpe de ganadores, que estàn por encima de las circunstancias adversas y rivales difìciles. Dejando bien en claro por què son los primeros en su serie.
El tìtulo es un patètico relato de lo que pasò en el Parque Artigas, entre Paysandù y Rivera, por la 2a fecha del Campeonato de Selecciones del Interior de la OFI. Porque el arbitraje tuvo un sentido sin lìmites de su propio drama y de su problemàtico futuro. Incluso rodeado de personajes como dirigentes que nadie confìa en ellos. Nos referimos al veedor del encuentro, que en los minutos finales, se mostrò como si supiera algo que nadie màs
sabìa iba a ocurrir.Y ocurriò lo peor que pudimos observar en tantos años metidos en el fùtbol. Viendo còmo el veedor sacò a relucir su condiciòn de dirigente localista. Brindando una imagen miserable por el modo que manipulò los minutos finales para que el local empatara o empatara. Porque Paysandù perdìa 1-2, y estaba convencido de su propio tràgico final.Y allì mismo la figura del àrbitro Sergio Liuzzi, vale decirlo, cansò. Hartò. Por lo que demostrò a los que miramos desde afuera y a los que puramente soñamos con disfrutar de un espectàculo deportivo. Liuzzi hizo lo que quiso y lo que se le antojò, por eso empatò Paysandù. Pero antes… Una enorme alegrìa cruzò la cancha, pasò por los jugadores, por Alfonso Rivero y sus colaboradores, por toda la delegaciòn. Los abrazos transmitieron emociòn. Britos, Meneses y Gonzàlez unidos a todo el grupo. Lo mismo se adivinaba en los ojos de Franklin Aliano, que todo lo dijo en silencio. No hubo desbordes emotivos, porque cada uno es como es, pero el mejor jugador de la cancha (Juan Gonzàlez) necesitò gritar su felicidad y el capitàn Camy arrastró a todos con su pequeña corpulencia enorme y Nogueira encontrò en Paysandù su gran oportunidad de meterse en algo grande. Esta es Rivera, que otra vez, como respondiendo a ese enorme mandato de la historia, le vuelve a decir a todos que la calidad de
su fùtbol no conoce lìmites. Y este empate con sabor a victoria es de todos los que jugaron y de los que empujaron desde afuera. A esta Rivera le volviò a sobrar coraje y hasta recuperò su idea protagònica para mandar en la cancha. En cambio, la respuesta de Paysandù fue “el golpe” que le diò a Rivera el arbitraje y las cosas que vimos de hombres que se hayan llamar dirigentes, lo que no deja de ser una confesión de debilidad.Que nadie suponga que la Copa de OFI serà ahora un tràmite de rutina, pero no deja de ser esperanzador el muestreo que condujo a este final de locura. Fue un partidazo. Por Rivera, por la vergüenza de sus futbolistas que parecìan liquidados despuès del primer gol de Arregin, pero pusieron la pelota en el medio y se la jugaron hasta conseguir ir adelante en el marcador… Los goles de cabeza de Maikol Britos y Robet Lòpez (entièndase la intenciòn) permitiò salir del encierro vìa su personalidad colectiva y el manejo de algunas individualidades, entonces la pelota fue al arco porque la ambición fue mutua. Lo que impuso Rivera fue mayor jerarquìa, en cantidad. Ahì quedò marcada la diferencia, pero la realidad cruda nos descolocò porque no pensamos nunca que el àrbitro volverìa a incidir en el resultado de un partido. Por eso hay que recalcar hasta el cansancio, que asì empatò Paysandù.